martes, 11 de diciembre de 2007

... revístanse del Señor Jesucristo

Pasaron algunos días del Adviento ya, tiempo oportuno para revestirse de Cristo, para vestirnos con la armadura de la luz, para caminar a la luz del Señor, como invita san Pablo en este primer Domingo. Qué bueno es participar del oficio de juez y de árbitro del Señor que transforma las armas -instrumentos de muerte-, en herramientas de trabajo -instrumentos de vida-, lo hace así cuando instruye en sus caminos, cuando nos lleva por sus sendas y el fruto es la paz. Firme es la voz que nos revela esta realidad que nos llena de esperanza; descubrimos nuestra historia como una noche ya avanzada, pronta a estallar en Luz, en amanecer. Esta realidad invita a vestir vestiduras adecuadas, es decir a proceder dignamente en todo. Estar prevenidos es estar así revestidos: de Cristo, de Evangelio, de Amor. El Hijo del hombre viene, en este Presente nuestro, en el andar del día, en los momentos menos pensados, en todos los encuentros, en todos los trabajos... cómo, al revés del Juez y del Árbitro justo y misericordioso, tantas veces hacemos todavía de los medios de promoción de la vida, ocasiones para provocar la muerte, andando a contratiempo y a destiempo del Señor que está viniendo; revestidos así de tiniebla no se cae en la cuenta que Él vendrá a la Hora menos pensada.

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