lunes, 24 de diciembre de 2007

Primera Lectura de 24 de Dic.


Misa de Medianoche
Isaías 9, 1-6

El pueblo que caminaba en las tinieblas
ha visto una gran luz;
sobre los que habitaban en el país de la oscuridad
ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría,
has acrecentado el gozo;
ellos se regocijan en tu presencia,
como se goza en la cosecha,
como cuando reina la alegría
por el reparto del botín.

Porque el yugo que pesaba sobre él,
la barra sobre su espalda
y el palo de su carcelero,
todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Porque las botas usadas en la refriega
y las túnicas manchadas de sangre,
serán presa de las llamas,
pasto del fuego.

Porque un niño nos ha nacido,
un hijo nos ha sido dado.
La soberanía reposa sobre sus hombros
y se le da por nombre:
«Consejero maravilloso, Dios fuerte,
Padre para siempre, Príncipe de la paz».
Su soberanía será grande,
y habrá una paz sin fin
para el trono de David
y para su reino;
él lo establecerá y lo sostendrá
por el derecho y la justicia,
desde ahora y para siempre.
El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.

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