sábado, 29 de diciembre de 2007

Primera Lectura Dgo. 30 de Dic.

Domingo de la Sagrada Familia

Eclesiástico 3, 3-7. 14-17

El que honra a su padre expía sus pecados
y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro.
El que honra a su padre encontrará alegría en sus hijos
y cuando ore, será escuchado.
El que respeta a su padre tendrá larga vida
y el que obedece al Señor da tranquilidad a su madre.
El que teme al Señor honra a su padre
y sirve como a sus dueños a quienes le dieron la vida.
La ayuda prestada a un padre no caerá en el olvido
y te servirá de reparación por tus pecados.

Cuando estés en la aflicción, el Señor se acordará de ti,
y se disolverán tus pecados como la escarcha con el calor.
El que abandona a su padre es como un blasfemo
y el que irrita a su madre es maldecido por el Señor.
Hijo mío, realiza tus obras con modestia
y serás amado por los que agradan a Dios.

Salmo del Dgo. 30 de Dic.

Salmo 127, 1-5

R. ¡Felices los que temen al Señor y siguen sus caminos!

¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.

Tu esposa será como vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.

¡Será bendecido
el hombre que teme al Señor !
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén!

Segunda Lectura Dgo. 30 de Dic.

Colosenses 3, 12-21

Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivos de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en Nombre del Señor Jesús, dando gracias por Él a Dios Padre.
Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor.
Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida. Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen.

Evangelio del Dgo. 30 de Dic.

Mateo 2,13-15.19-23

Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta:
«Desde Egipto llamé a mi hijo».
Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas:
« Será llamado Nazareno».

Les traigo una buena noticia

«Una gran alegría para todo el pueblo», es el anuncio del nacimiento del Niño de Belén. Los oyentes son esos pastorcitos de los alrededores del humilde paraje de Belén. Excelentes oyentes que, transformados por el mensaje, se vuelven a su vez anunciadores de la alegre noticia en el mismo centro del acontecer, en el pesebre. Los escuchan san José y la Virgen, entre otros, y la Madre guardaba esos relatos en su corazón. Estos humildísimos hombres con el Evangelio en sus corazones y en sus voces, en la Noche Santa, en la Noche de la Paz!!!. Aquel Día es también Hoy. El anuncio de los pastores resuena también hoy.
Santa HUMILDAD, con tu hermana la santa pobreza, vengan a abrirnos a este Misterio de Amor incomparable, la encarnación de la Palabra, a este Dios pequeñito que está viniendo siempre para hacernos como Él.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Primera Lectura de 24 de Dic.


Misa de Medianoche
Isaías 9, 1-6

El pueblo que caminaba en las tinieblas
ha visto una gran luz;
sobre los que habitaban en el país de la oscuridad
ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría,
has acrecentado el gozo;
ellos se regocijan en tu presencia,
como se goza en la cosecha,
como cuando reina la alegría
por el reparto del botín.

Porque el yugo que pesaba sobre él,
la barra sobre su espalda
y el palo de su carcelero,
todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.
Porque las botas usadas en la refriega
y las túnicas manchadas de sangre,
serán presa de las llamas,
pasto del fuego.

Porque un niño nos ha nacido,
un hijo nos ha sido dado.
La soberanía reposa sobre sus hombros
y se le da por nombre:
«Consejero maravilloso, Dios fuerte,
Padre para siempre, Príncipe de la paz».
Su soberanía será grande,
y habrá una paz sin fin
para el trono de David
y para su reino;
él lo establecerá y lo sostendrá
por el derecho y la justicia,
desde ahora y para siempre.
El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.

Salmo del 24 de Dic.

Misa de Medianoche
Salmo 95, 1-3.11-13

R. Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.

Día tras día, proclamen su victoria,
anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.

Griten de gozo delante del Señor,
porque Él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.

Segunda Lectura del 24 de Dic.

Misa de Medianoche
Carta a Tito 2, 11-14

La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.

Evangelio del 24 de Dic.

Misa de Medianoche
Lucas 2, 1-14

Apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no había lugar para ellos.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
«¡Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz a los hombres amados por Él!»

No temas ...

«José... no temas recibir a María...». También María recibió este aliento del Ángel Gabriel, «No temas, María, porque Dios te ha favorecido» y a Zacarías el Ángel del Señor le dice, «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada ...». A María y José se les anunciaba la concepción de un hijo en el seno de la Virgen por obra del Espíritu Santo, a Zacarías la concepción de su hijo el Precursor. De Dios no pueden venirnos sino bienes, hemos recibido de Él el Sumo Bien, el Bien Total; Él mismo se nos ha dado en Jesús. ¿Por qué, entonces, el temor -que es propio experimentarlo frente a alguien o a algo amenazante- de estos santos ante la cercanía del mensajero de Dios? Vemos que no es mera cercanía sino que es cercanía y anuncio que los involucra de lleno. Necesitan la confirmación de lo que entienden, necesitan ser encontrados por esas palabras y ser convencidos hasta sacar desde la hondura del corazón la respuesta, el asentimiento cargado de alegría que los ha transformado. En esta necesidad que es similar en nosotros para los anuncios-envíos, que nos buscan de parte del Señor contamos con la Iglesia para ayudarnos a que la Palabra nos llegue a las entrañas transformándonos en respuesta convencida y sostenida en la alegría de la fe, para ser fecundos en el matrimonio y la familia que es su lugar existencial central -cargado de vida- para los esposos y padres llamados por Dios a esa misión; para los religiosos y los sacerdotes en sus consagraciones y ministerios; para los laicos en sus compromisos tan empeñosos y significativos en la vida de la comunidad humana.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Primera Lectura del Dgo. 23 de Dic.

Isaías 7, 10-14

El Señor habló a Ajaz en estos términos:

«Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas.»

Pero Ajaz respondió:

«No lo pediré ni tentaré al Señor».

Isaías dijo:

«Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel».

Salmo del Dgo. 23 de Dic.

Salmo 23, 1-6

R. Va a entrar el Señor, el rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes
porque Él la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

¿Quién podrá subir a la Montaña del señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias y puro el corazón;
el que no rinde culto a los ídolos.

Él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Diso, su salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.

Segunda Lectura del Dgo. 23 de Dic.

Romanos 1, 1-7

Carta de Pablo, servidor de Jesucristo, llamado para ser Apóstol, y elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios, que Él había prometido por medio de sus Profetas en las Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor,
nacido de la estirpe de David
según la carne,
y constituído Hijo de Dios con poder
según el Espíritu santificador,
por su resurrección de entre los muertos.
Por Él hemos recibido la gracia y la misión apostólica,
a fin de conducir a la obediencia de la fe,
para gloria de su Nombre,
a todos los pueblos paganos,
entre los cuales se encuentran también ustedes,
que han sido llamados por Jesucristo.
A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, lleguen la gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Evangelio del Dgo. 23 de Dic.

Mateo 1,18-24

Éste fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
"La Virgen concebirá
y dará a luz un hijo, a quien pondrán
el nombre de Emanuel",
que traducido significa: «Dios con nosotros».
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Sean fuertes, no teman

«No se quejen los unos de los otros» nos exhorta Santiago y está muy buena esta recomendación; más bien ejercitar la paciencia, con fortaleza y ternura. ¿Por qué desconfiar de uno mismo en este punto y dejar pasar la ocasión del anuncio? La queja se enciende en el contacto con la fragilidad del otro, con sus defectos, con su pecado incluso, cuando nos encuentra débiles y vacíos de Espíritu. El anuncio se inspira y se hace posible en ese mismo contacto fraterno desde la Palabra, en la comunicación de la Palabra sobre todo con la actitud de vida. Así también puedo leer la bienaventuranza del Evangelio de este tercer Domingo «¡feliz aquél para quien Yo no sea motivo de tropiezo!»
Que sea Él para nosotros la fuente de la alegría y el fortalecimiento en la paciencia, para poder anunciar así la Buena Noticia a los pobres.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Primera Lectura del Dgo. 16 de Dic.


Isaías 35, 1-6a.10

¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca,
alégrese y florezca la estepa!
¡Sí, florezca como el narciso,
que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo!
Le ha sido dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor,
el esplendor de nuestro Dios.

Fortalezcan los brazos débiles,
robustezcan las rodillas vacilantes;
digan a los que están desalentados:
«¡Sean fuertes, no teman:
ahí está su Dios!
Llega la venganza, la represalia de Dios:
Él mismo viene a salvarlos».

Entonces se abrirán los ojos de los ciegos
y se destaparán los oídos de los sordos,
entonces el tullido saltará como ciervo
y la lengua de los mudos gritará de júbilo.
Volverán los rescatados por el Señor;
y entrarán en Sión con gritos de júbilo,
coronados de una alegría perpetua:
los acompañarán el gozo y la alegría,
la tristeza y los gemidos se alejarán.

Salmo del Dgo. 16 de Dic.

Salmo 145, 6-10

R. Señor, ven a salvarnos.

El Señor mantiene su fidelidad para siempre,
hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos.

El Señor abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.
El Señor ama a los justos,
y protege a los extranjeros.

Sustenta al huérfano y a la viuda;
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones.

Segunda Lectura Dgo. 16 de Dic.

Santiago 5, 7-10

Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor. Miren cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera. Tengan paciencia y anímense, porque la Venida del Señor está próxima. Hermanos, no se quejen los unos de los otros, para no ser condenados. Miren que el Juez ya está a la puerta. Tomen como ejemplo de fortaleza y de paciencia a los profetas que hablaron en Nombre del Señor.

Evangelio del Dgo. 16 de Dic.

Mateo 11, 2-11

Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle:
«¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»
Jesús les respondió:
«Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquél para quien Yo no sea motivo de tropiezo!»
Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo:
«¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que visten de esa manera viven en los palacios de los reyes.
¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. Él es aquél de quien está escrito:
"Yo envío a mi mensajero delante de ti,
para prepararte el camino".
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él».

el fruto de una sincera conversión

Compartamos parte de la reflexión del Angelus del Papa Benedicto XVI del Domingo pasado que nos ayuda a asimilar la Palabra escuchada.

Mientras prosigue el camino del Adviento, mientras nos preparamos para celebrar el Nacimiento de Cristo, resuena en nuestras comunidades esta exhortación de Juan Bautista a la conversión. Es una invitación apremiante a abrir el corazón y acoger al Hijo de Dios que viene a nosotros para manifestar el juicio divino. El Padre —escribe el evangelista san Juan— no juzga a nadie, sino que ha dado al Hijo el poder de juzgar, porque es Hijo del hombre (cf. Jn 5, 22. 27). Hoy, en el presente, es cuando se juega nuestro destino futuro; con el comportamiento concreto que tenemos en esta vida decidimos nuestro destino eterno. En el ocaso de nuestros días en la tierra, en el momento de la muerte, seremos juzgados según nuestra semejanza o desemejanza con el Niño que está a punto de nacer en la pobre cueva de Belén, puesto que él es el criterio de medida que Dios ha dado a la humanidad.
El Padre celestial, que en el nacimiento de su Hijo unigénito nos manifestó su amor misericordioso, nos llama a seguir sus pasos convirtiendo, como él, nuestra existencia en un don de amor. Y los frutos del amor son los «frutos dignos de conversión» a los que hacía referencia san Juan Bautista cuando, con palabras tajantes, se dirigía a los fariseos y a los saduceos que acudían entre la multitud a su bautismo.
Mediante el Evangelio, Juan Bautista sigue hablando a lo largo de los siglos a todas las generaciones. Sus palabras claras y duras resultan muy saludables para nosotros, hombres y mujeres de nuestro tiempo, en el que, por desgracia, también el modo de vivir y percibir la Navidad muy a menudo sufre las consecuencias de una mentalidad materialista. La "voz" del gran profeta nos pide que preparemos el camino del Señor que viene, en los desiertos de hoy, desiertos exteriores e interiores, sedientos del agua viva que es Cristo.
Que la Virgen María nos guíe a una auténtica conversión del corazón, a fin de que podamos realizar las opciones necesarias para sintonizar nuestra mentalidad con el Evangelio.

martes, 11 de diciembre de 2007

Primera Lectura del Dgo. 9 de Dic.

Isaías 11, 1-10

Saldrá una rama del tronco de Jesé
y un retoño brotará de sus raíces.
Sobre él reposará el espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia y de temor del Señor
-y lo inspirará el temor del Señor-.
Él no juzgará según las apariencias
ni decidirá por lo que oiga decir:
juzgará con justicia a los débiles
y decidirá con rectitud para los pobres del país;
herirá al violento con la vara de su boca
y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
La justicia ceñirá su cintura
y la fidelidad ceñirá sus caderas.
El lobo habitará con el cordero
y el leopardo se recostará junto al cabrito;
el ternero y el cachorro de león pacerán juntos,
y un niño pequeño los conducirá;
la vaca y la osa vivirán en compañía,
sus crías se recostarán juntas,
y el león comerá paja lo mismo que el buey.
El niño de pecho jugará
sobre el agujero de la cobra,
y en la cueva de la víbora
meterá la mano el niño apenas destetado.
No se hará daño ni estragos
en toda mi Montaña santa,
porque el conocimiento del Señor llenará la tierra
como las aguas cubren el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé
se erigirá como estandarte para los pueblos:
las naciones la buscarán
y la gloria será su morada.

Salmo del Dgo. 9 de Dic.

Salmo 71, 1-2. 7-8. 12-13.17

R. Que en sus días florezca la justicia.
O bien:
¡Ven, Señor, rey de justicia y de paz!

Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.

Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz, mientras dure la luna;
que domine de un mar hasta el otro
y desde el Río hasta los confines de la tierra.

Porque Él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes.

Que perdure su nombre para siempre
y su linaje permanezca como el sol;
que Él sea la bendición de todos los pueblos
y todas las naciones lo proclamen feliz.

Segunda Lectura del Dgo. 9 de Dic.

Romanos 15, 4-9

Todo lo que ha sido escrito en el pasado, ha sido escrito para nuestra instrucción, a fin de que por la constancia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza. Que el Dios de la constancia y del consuelo les conceda tener los mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo de Cristo Jesús, para que con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios. Porque les aseguro que Cristo se hizo servidor de los judíos para confirmar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas que Él había hecho a nuetros padres, y para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. Así lo enseña la Escritura cuando dice:
«Yo te alabo en medio de las naciones, Señor,
y cantaré en honor de tu Nombre».

Evangelio del Dgo. 9 de Dic.

Mateo 3, 1-12

En aquellos días, se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca».
A él se refería el profeta Isaías cuando dijo:
«Una voz grita en el desierto:
"Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos"».
Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo:
«Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan el fruto de una sincera conversión y no se contenten con decir: "Tenemos por padre a Abraham". Porque yo les digo que de estas piedras, Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero Aquél que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible».

... revístanse del Señor Jesucristo

Pasaron algunos días del Adviento ya, tiempo oportuno para revestirse de Cristo, para vestirnos con la armadura de la luz, para caminar a la luz del Señor, como invita san Pablo en este primer Domingo. Qué bueno es participar del oficio de juez y de árbitro del Señor que transforma las armas -instrumentos de muerte-, en herramientas de trabajo -instrumentos de vida-, lo hace así cuando instruye en sus caminos, cuando nos lleva por sus sendas y el fruto es la paz. Firme es la voz que nos revela esta realidad que nos llena de esperanza; descubrimos nuestra historia como una noche ya avanzada, pronta a estallar en Luz, en amanecer. Esta realidad invita a vestir vestiduras adecuadas, es decir a proceder dignamente en todo. Estar prevenidos es estar así revestidos: de Cristo, de Evangelio, de Amor. El Hijo del hombre viene, en este Presente nuestro, en el andar del día, en los momentos menos pensados, en todos los encuentros, en todos los trabajos... cómo, al revés del Juez y del Árbitro justo y misericordioso, tantas veces hacemos todavía de los medios de promoción de la vida, ocasiones para provocar la muerte, andando a contratiempo y a destiempo del Señor que está viniendo; revestidos así de tiniebla no se cae en la cuenta que Él vendrá a la Hora menos pensada.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Primera Lectura del Dgo. 2 de Dic.


Isaías 2, 1-5

Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de Jerusalén:
Sucederá al fin de los tiempos,
que la montaña de la Casa del Señor
será afianzada sobre la cumbre de las montañas
y se elevará por encima de las colinas.
Todas las naciones afluirán hacia ella
y acudirán pueblos numerosos, que dirán:
«¡Vengan, subamos a la montaña del Señor,
a la Casa del Dios de Jacob!
Él nos instruirá en sus caminos
y caminaremos por sus sendas».
Porque de Sión saldrá la Ley,
y de Jerusalén, la palabra del Señor.
Él será juez entre las naciones
y árbitro de pueblos numerosos.
Con sus espadas forjarán arados
y podaderas con sus lanzas.
No levantará la espada una nación contra otra
ni se adiestrarán más para la guerra.
¡Ven, casa de Jacob,
y caminemos a la luz del Señor!

Salmo del Dgo. 2 de Dic.

Salmo 121, 1-2. 4-9

R. Vamos con alegría a la Casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.

Allí suben las tribus, las tribus del Señor
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.

Auguren la paz a Jerusalén:
«¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!»

Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo».
Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad.

Segunda Lectura del Dgo. 2 de Dic.

Romanos 13, 11-14a

Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de que se despierten, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz. Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo.

Evangelio del Dgo. 2 de Dic.

Mateo 24, 37-44

Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada».

...hoy estarás conmigo en el Paraiso

Al final del año Litúrgico, en esta última semana, miramos hacia delante, hasta los últimos días. El último día del "buen ladrón" mejor no podría haber sido, en todos los sentidos y sobre todo en el único que interesa, el definitivo; en el tiempo justo para él se encontró con el Señor de la Vida y lo recibió humilde y confiado; el otro lo rechazó. Mi último día es también una realidad -hojas más, hojas menos del calendario-; mi tiempo justo será otro -o ya puntualmente habrá sido y sigue "andando"- pero tengo la certeza de que hay uno para mí en el designio de Amor del Padre, por eso la responsabilidad, la respuesta que no yo sólo sino asistido por la gracia, por el Espíritu, puedo dar en humildad y lleno de confianza. Es ese día -el último- que en mi mirada proyectada lo puedo poner hoy delante de mí. Es bueno caer en la cuenta de esta realidad finita, limitada, que soy pero capaz de vivir en comunión con Dios infinitamente bueno y misericordioso que es Espíritu -intangible- y que se hace encontradizo en la relación con los hermanos -conversión y penitencia mediante-, como realidad concreta y a la vez abierta a la eternidad. Sobre este acontecimiento personal, la Pascua de cada uno, sobre aquel día, el Papa Benedicto nos da una mirada muy hermosa en su reciente Encíclica Spe salvi en los nn 41-48. Ese día que será de gozo para los justos y que en el hoy de mi historia me invita a la responsabilidad -en esperanza y con alegría-, es el día del Juicio para mi, al final de mis días y hoy no sólo como meta a la que tiendo sino como meta que, interiorizada, se hace aliento y sostén del peregrinar; Juicio de amor y misericordia infinitos, cielos nuevos y tierra nueva.
Si bien cada tiempo del año Litúrgico tiene un tema determinado sobre el que cae el acento es muy bueno tenerlos presente en todo tiempo, de un modo sencillo, pero "performativo" como dice Benedicto XVI refiriéndose al mensaje cristiano en la Encíclica, es decir temas que logran dar forma a mi vida, que la transforman y no sólo me informan.
El reinado del Señor en trono tan glorioso, su cruz santa, nos aliente a ser dignos de semejante honor, como es el compartir sus sufrimientos salvadores con corazón puro y con la fortaleza de la alegría del Espíritu.
Se inicia el tiempo de Adviento -en el ciclo litúrgico de Navidad- y con él comenzamos un nuevo año litúrgico. Cuatro semanas en las que rememoramos las venidas del Señor. En las tres primeras semanas el énfasis se pone más en la segunda venida, la Parusía; estamos en este tiempo en la Iglesia, en tensión esperando la segunda venida del Señor. En la semana del 17 al 24, miramos más la primera venida, humilde y pequeñita, en Belén. Nos preparamos así para festejar la Navidad.
Recomiendo la lectura de la Encíclica mencionada Spe salvi, la podés encontrar en: http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20071130_spe-salvi_sp.html

viernes, 23 de noviembre de 2007

Compartiendo la escucha. Animate y escribí.

Qué bueno si luego de "rumiar" la Escritura, que te busca para que la escuches en la Liturgia del Domingo, te animaras a escribirme. Alguna frase o palabra que te llegó mucho, una oración que te surgió a partir de un versículo; una mirada nueva sobre algo que vives; algo del Señor que conoces ahora o que ya conocías pero ahora lo ves mejor; sobre la Iglesia, la familia o la comunidad; sobre la vida de nuestra Nación en algunas de sus múltiples y grandes realidades; sobre la Escritura misma que acabas de recibir, sobre ... si te sale del corazón, te das cuenta todo lo valioso que es lo que te escuchas dentro. Qué bueno si logras escribirte a vos lo que se moviliza en vos al escuchar y mejor si me lo compartes, lo espero.
Podés entrar en "comentarios" (que está al pie de cada Lectura que posteo) si deseas compartirlo con otros, o ponerlo en mi correo fraycesar@gmail.com .

Primera Lectura Dgo. 25 de Nov.

Samuel 5, 1-3

Todas las tribus de Israel se presentaron a David en Hebrón y le dijeron: «¡Nosotros somos de tu misma sangre! Hace mucho tiempo, cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: "Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel"».
Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón. El rey estableció con ellos un pacto en Hebrón, delante del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.

Salmo del Dgo. 25 de Nov.

Salmo 121, 1-2.4-5

R. ¡Vamos con alegría a la casa del Señor!

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.

Allí suben las tribus, las tribus del Señor,
según es norma en Israel,
para celebrar el Nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.

Segunda Lectura Dgo. 25 de Nov.

Colosenses 1, 12-20

Demos gracias al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. Porque Él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.

Él es la Imagen del Dios invisible,
el Primogénito de toda la creación,
porque en Él fueron creadas todas las cosas,
tanto en el cielo como en la tierra,
los seres visibles y los invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades:
todo fue creado por medio de Él y para Él.
Él existe antes que todas las cosas
y todo subsiste en Él.
Él es también la Cabeza del Cuerpo,
es decir, de la Iglesia.
Él es el Principio,
el Primero que resucitó de entre los muertos,
a fin de que Él tuviera la primacía en todo,
porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud.
Por Él quiso reconciliar consigo
todo lo que existe en la tierra y en el cielo,
restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

Evangelio del Dgo. 25 de Nov. - Solemnidad de Cristo Rey

Lucas 23, 35-43

Después que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: «Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!»
También los soldados se burlaban de Él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: «Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!»
Sobre su cabeza había una inscripción: «Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que Él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero Él no ha hecho nada malo».
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino».
Él respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Gracias a la constancia salvarán sus vidas

Si bien en el Evangelio del domingo la constancia viene aconsejada para sostenerse y alcanzar la meta mientras se atraviesan tiempos difíciles, también es bueno recordarla y practicarla en tiempos de bonanza. Los signos de destrucción, los hechos que amenazan con acabar con nosotros, disparan habitualmente acciones diversas en busca de auxilio que se orientan a lo más fuerte y a la vez accesible que podamos avistar y las más de las veces terminamos estallando en clamores al Señor y prometiéndonos re instalarnos en la constancia, en la fidelidad. Es más sutil, cuando nada nos falta y algunas cosas nos sobran, la manera en que esta constancia se ve quebrada en medio de la seguridad que nos proporcionan los bienes pasajeros. Ya en la historia del Pueblo de la Primera Alianza aparece esta recomendación de no olvidar al Señor cuando alcanzaran la tierra que mana leche y miel, dejando atrás como si fuese de otro pueblo la experiencia de esclavitud en Egipto o si se la considerara, recordándola pensando que es sólo obra y virtud de ellos la liberación. En medio de hechos muy violentos y contextos sociales cada vez más vacíos de valores, no pocas veces y por la enorme oferta de bienes que entre la tecnología y el mercado se riegan en todas las clases sociales, es fácil caer en aquella "seguridad" fundada en una aparente bonanza.
Como resonancia también dejar aquí el sentido que tienen estas pruebas: permitirnos dar testimonio del Señor, de nuestro amor a su Amor. Es claro además que para sostenernos en esta constancia está siempre toda su asistencia y que viene desde muy dentro, aún antes de pedírsela.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Primera Lectura del Dgo. 18 de Nov.

Malaquías 3, 18-20a

Llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos.

Salmo del Dgo. 18 de Nov.

Salmo 97, 5-9

R. El Señor viene a gobernar los pueblos.

Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey.

Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono.

Griten de gozo delante del Señor,
porque Él viene a gobernar la tierra;
Él gobernará el mundo con justicia,
y los pueblos con rectitud.

Segunda Lectura del Dgo. 18 de Nov.

2 Tes 3, 6-12

Hermanos:
Les ordenamos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la enseñanza que recibieron de nosotros. Porque ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos holgazanes, y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes. Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un ejemplo para imitar.
En aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma. Ahora, sin embargo, nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente, no haciendo nada y entrometiéndose en todo. A éstos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajen en paz para ganarse su pan.

Evangelio del Dgo. 18 de Nov.

Lucas 21, 5-19

Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra; todo será destruido».
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».
Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas».

San Jerónimo

En las catequesis de los miércoles 7 y 14 de noviembre el Papa Benedicto XVI se refirió a San Jerónimo, pueden acceder a estas catequesis en: http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2007/index_sp.htm . Espero que su lectura ayude en el amor a la Sagrada Escritura.

La tumba vacía

Aquel amanecer, aquella madrugada santa -absolutamente nueva y definitiva- en la que Jesucristo se levanta y es levantado -y con él nosotros- de la muerte, es el alba de la historia, es el despertar de cada uno y de todos los que despiertan, despertaron o despertarán a la plenitud de lo que Dios siempre pensó y quiso para nosotros. En esta semana que pasó tuve encuentros -dando vueltas por parte de nuestra enorme Argentina- que pusieron concretez a este misterio, iluminante con una luz de siete soles al mediodía, en vidas de hermanos que dejaron tumbas vacías. En sus caminos, como en los nuestros, con sucesivas muertes nuevas para dejar tumbas viejas, se vaciaron de la cárcel, la enfermedad, la falta de perdón y reconciliación... cada vez con una resonancia intensa de aquella madrugada única del Resucitado, como fuente que mana sin pausa ni fatiga en el corazón y las vidas -esperando nuestra sed- marcando con sello indeleble la alegría de la Pascua y así maduran poco a poco la memoria ahora agradecida de heridas que van sanando. En el proceso vivido en estas situaciones -tiempos de lucha intensa- se puede ver la fidelidad, la fe de cada uno rescatada de la dispersión en algún caso, sostenida y fortalecida en otros, como los muchachos de la primera lectura del domingo pasado «con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por Él», una esperanza de encontrarse con la Presencia vivificante, como rezamos en el salmo «y al despertar, me saciaré de tu presencia». Al final, lo que han vivido -ya sea un desvío o una prueba, según el caso- siendo muy amargo se convierte en una experiencia agraciada por la paz que se alcanza al superarla y, a la vez, nos muestra algo de la promesa para el final de la carrera, aquella paz que supera todo lo que se pueda pensar o esperar. Qué bueno para aquellas dudas nuestras que a veces pueden surgir parecido a los saduceos que negaban la resurrección. Se puede "escuchar", con oído espiritual y como en un canto, «que Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos en efecto, viven para Él».

viernes, 9 de noviembre de 2007

Beatificación de Ceferino Namuncurá

Homilía del Cardenal Bertone en la Misa de Beatificación de Ceferino Namuncurá www.namuncura.wordpress.com

Primera Lectura Dgo. 11 de Nov.

Macabeos 6,1; 7, 1-2. 9-14

El Rey Antíoco envió a un consejero ateniense para que obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres y a no vivir conforme a las leyes de Dios.
Fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, fragelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: «¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres».
Una vez que el primero murió, llevaron al suplicio al segundo. Y cuando estaba por dar su último suspiro, dijo: «Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes».
Después de éste, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos y dijo con valentía: «Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de Él». El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus sufrimientos.
Una vez que murió éste, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: «Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por Él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida»

Salmo del Dgo. 11 de Nov.

Salmo 16, 1.5-6.8b.15

R. ¡Señor, al despertar, me saciaré de tu presencia!

Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.

Mis pies se mantuvieron firmes en los caminos señalados:
¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!
Yo te invoco, Dios mío, porque Tú me respondes:
inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.

Escóndeme a la sombra de tus alas.
Pero yo, por tu justicia,
contemplaré tu rostro,
y al despertar, me saciaré de tu presencia.

Segunda Lectura Dgo. 11 de Nov.

2 Tes 2, 16-3,5

Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.
Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes. Rueguen también para que nos veamos libres de los hombres malvados y perversos, ya que no todos tienen fe.
Pero el Señor es fiel: Él los fortalecerá y los preservará del maligno. Nosotros tenemos plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo nuestras disposiciones.
Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo.

Evangelio Dgo. 11 de Nov.

Lucas 20, 27-38

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda". Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?»
Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos en efecto, viven para Él».

jueves, 8 de noviembre de 2007

El quería, él deseaba, ver a Jesús

Qué decisivo, qué hermoso, qué fuerte es este deseo que irrumpe en el corazón de Zaqueo. Desencadena en él un movimiento que transforma todo lo que él es y vive gracias al encuentro que se da y experimenta con Jesús, el Hijo de Dios. Para nosotros es interesante también ver cómo vence lo que impediría este encuentro, cómo le es evidente la dificultad, "a causa de la multitud, porque era de baja estatura". Es muy bueno discernir y conocer el obstáculo mío, el personal; en Zaqueo es ese, es uno, en mí ¿cuál es?. Mejor aún es recibir como un don, como "el don", este deseo de ver a Jesús, y dejarme movilizar por este impulso interior y si todavía no lo he vivido así o lo dejé pasar, me conviene pedirlo - sin dudar y agradeciéndolo como si ya se me hubiese concedido- y vigilar para que de en mí los frutos que dió en Zaqueo. Uno de los frutos en él de esta conversión es volverse solidario. Luego de reparar convenientemente su falta, comienza a volcar en la gran familia -en los más pobres que él- una parte de su fortuna. Nosotros además de nuestros recursos, que quizá no sean como los de Zaqueo, podemos aportar nuestros talentos y parte de nuestro tiempo para dar vida a la comunidad sobre todo a la eclesial.

Ponemos en el corazón el Salmo para repetírnoslo y decírselo al Señor Dios, Sumo Bien, con la alegría que nace de la esperanza mientras los ecos de las lecturas nos llenan de sabiduría.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Primera Lectura Dgo. 4 de Nov.

Sabiduría 11, 22-12,2

Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan. Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si Tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? Pero Tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.

Salmo Dgo. 4 de Nov.

Salmo 144, 1-2. 8-11. 13c-14

R. Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu Nombre eternamente;
día tras día te bendeciré,
y alabaré tu Nombre sin cesar.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados.

Segunda Lectura Dgo. 4 de Nov.

2 Tes 1, 11-2, 2

Rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el Nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en Él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con Él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.

Evangelio del Domingo 4 de nov.

Lucas 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más».
Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido»

miércoles, 31 de octubre de 2007

La oración una vez más

El publicano de la parábola, al fondo del Templo, nos atrae la mirada y lo contemplamos con el deseo de aprender de él; nos damos cuenta del don que ha recibido y de su humildad y cómo le aprovechan para estar con su Dios como conviene: volvió a su casa justificado. Podemos valernos también para orar con la Palabra de algunas modalidades que nos ayuden a desarrollar el don de la oración, por ejemplo la que sugieren algunos hermanos de la Orden Franciscana y que a continuación les posteo. Es bueno advertir que los puntos que abajo se mencionan no son compartimentos estancos sino que son núcleos dinámicos, es decir elementos que constituyen el todo del momento de oración y su prolongación en la vida.

La lectura orante de la Palabra de Dios en la vida franciscana
La Palabra de Dios ocupa un lugar central en la vida cristiana y en la vocación franciscana. San Francisco acogió e hizo suya la Palabra del Evangelio, que es Jesús mismo: “La regla y vida de los hermanos menores es ésta: guardar el santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y seguir sus huellas”.
San Francisco nos pide: “Inclinen el oído del corazón y obedezcan a la voz del Hijo de Dios. Guarden sus mandamientos con todo el corazón y cumplan sus consejos perfectamente”
Para ello debemos superar “la solicitud y las fatigas de este siglo, y las seducciones de la riqueza, y las concupiscencias de las demás cosas que les penetran y ahogan la palabra” , no sea que “so pretexto de alguna merced, o quehacer; o favor perdamos o apartemos del Señor nuestra mente y corazón”En esta lógica, San Francisco nos exhorta: “Restituyamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos son suyos y démosle gracias por todos ellos, ya que todo bien de él procede”Este es el itinerario que Francisco nos ofrece para acercarnos a la Palabra de Dios, leerla, interiorizarla, restituirla y vivirla, personalmente y en fraternidad. He aquí una oportunidad para renovar nuestra vocación… Acojámosla de buena gana.



ITINERARIO PARA LA LECTURA ORANTE

1. Preparación

El primer momento consiste en invocar al Espíritu Santo, el único que puede hacer comprensible el sentido de la Palabra y prepararnos a una escucha profunda, abierta a lo que Dios ha dicho y a lo que quiere decirnos.
Iluminados por el Espíritu, podemos quitar los obstáculos físicos, psicológicos y ambientales y centrar la atención en la escucha de la Palabra. Se trata de “escuchar la Palabra con corazón bueno y óptimo”, como dice San Francisco .


 2. Lectura y escucha de la Palabra de Dios

El segundo momento consiste en la lectura del texto, hecha con sencillez y pureza, para captar el sentido global de la Palabra escuchada y verificar su comprensión. Esta lectura debe ser asidua, motivada y alimentada con la fe de la Iglesia: en su seno resuena y ella es quien la administra.

3. Interiorización y asimilación de la Palabra de Dios

En el tercer momento es conveniente memorizar un versículo-clave que sintetice el sentido global del fragmento que se ha leído. La Palabra memorizada nos acompañará durante la jornada o hasta el momento en que hagamos la siguiente lectura orante, a fin de que arraigue en nosotros.
Es conveniente que cada uno descubra, en un momento de silencio, los condicionamientos (ocupaciones, preocupaciones, afectos, quehaceres, favores… ) que obstaculizan, a él y a su Fraternidad, la recepción de la Palabra escuchada.


 4. Restitución

Es bueno “restituir” a Dios, mediante la alabanza, la acción de gracias, la bendición, la súplica y la invocación, todo cuanto él nos ha ofrecido a través de la Palabra que nos ha dado en el Espíritu y que ha sido leída y compartida como una buena noticia para cada uno y para la Fraternidad entera.

 5. Devoción, como voluntad de hacer el bien

El quinto momento prevé la formulación de alguna propuesta enfocada a esclarecer las actitudes, las opciones y las orientaciones que brotan de la escucha de la Palabra, para crecer en la voluntad de hacer el bien.


“Y son vivificados por el espíritu de las divinas letras quienes no apropian al cuerpo toda la letra que saben y desean saber, sino que con la palabra y elejemplo se la restituyen al altísimo Señor Dios, de quien es todo bien”.
(Admonición 7,4)

jueves, 25 de octubre de 2007

Primera Lectura Dgo. 28 de oct.

Eclesiástico 35, 12-14. 16-18

El Señor es juez y no hace distinción de personas: no se muestra parcial contra el pobre y escucha la súplica del oprimido; no desoye la plegaria del huérfano, ni a la viuda, cuando expone su queja.
El que rinde el culto que agrada al Señor, es aceptado, y su plegaria llega hasta las nubes.
La súplica del humilde atraviesa las nubes y mientras no llega a su destino, él no se consuela: no desiste hasta que el Altísimo interviene, para juzgar a los justos y hacerles justicia.

Salmo Domingo 28 de octubre

Salmo 33, 2-3. 17-19. 23

R. El pobre invocó al Señor, y Él lo escuchó.

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

El Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando los justos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
El Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en¨Él no serán castigados.

Segunda Lectura Dgo. 28 de oct.

2 Tim 4, 6-8. 16-18

Querido hijo:
Ya que estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
Cuando hice mi primera defensa, nadie me acompañó, sino que todos me abandonaron. ¡Ojalá que no les sea tenido en cuenta!
Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A Él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.

Evangelio Domingo 28 de octubre

san Lucas 18, 9-14

Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola:
Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas».
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy pecador!»
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.

lunes, 22 de octubre de 2007

La oración en el CEC

En las resonancias de la Liturgia del Domingo ciertamente nos viene el tema de la ORACIÓN. Lo bueno ahora es vernos como orantes en nuestra vida de fe, nuestra perseverancia, la centralidad o no de esta actitud en el correr de los días, la autenticidad en el encuentro que voy logrando con el Señor y la fluidez del diálogo con Él, la escucha que logro hacer y el impacto en mi de lo que me llega, mi confianza en el Padre cuando oro, mi fe. Un buen subsidio podemos encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica; encontramos ahí el tema de la Oración Cristiana, recomiendo su lectura, está bien tratado. Pienso les será útil como formación y también como aliento a perseverar en una actitud orante más permanente. Si no tienen este libro en sus casas, lo pueden consultar en la red en el sitio del Vaticano. Les pongo aquí el link.

En el Catecismo de la Iglesia Católica: CUARTA PARTE LA ORACIÓN CRISTIANA http://www.vatican.va/archive/ESL0022/_INDEX.HTM

En el Catecismo de la Iglesia Católica, Compendio: los números 524-598 en http://www.vatican.va/archive/compendium_ccc/documents/archive_2005_compendium-ccc_sp.html


sábado, 20 de octubre de 2007

Comentario a las Lecturas

Transcribo aqui un comentario hecho por P. Silvio José Baez un carmelita profesor de Biblia en Roma a las lecturas de este domingo 21 de octubre, lecturas que encontrarán más abajo. Cada semana pone un comentario similar en http://www.debarim.it/ .


La liturgia de la Palabra de este domingo es una catequesis bíblica sobre la oración, que no es un simple acto de piedad o una expresión del sentimiento, sino ante todo un acto de fe y de amor que nos abre a la relación interpersonal con el Señor. La segunda lectura, por su parte, nos recuerda que la oración debe ser alimentada por la Biblia. La escucha de la Palabra en la liturgia y su meditación cotidiana a través de la lectura personal de la Escritura es la forma más eficaz de nutrir nuestra vida de oración. Una vez el Señor le reveló a Santa Teresa que “todo el daño que viene al mundo es de no conocer las verdades de la Escritura con clara verdad” (Vida 40,1).


La primera lectura (Ex 17,8-13a) nos presenta a Moisés como modelo de confianza en el poder de Dios y, al mismo tiempo, como ejemplo de perseverancia en la oración. Israel se encamina hacia la tierra prometida, pero en aquel itinerario no faltan los problemas y los obstáculos. Nuestro texto habla de un acoso militar de parte de un pueblo tradicionalmente enemigo de Israel: los amalecitas. Moisés como guía y responsable del pueblo toma una doble decisión: Josué tendrá que responder militarmente al ataque, mientras él, Moisés, estará en la montaña con el bastón de Dios en la mano.
El bastón, del que habla el texto, es el que ha utilizado Moisés para realizar los grandes prodigios en nombre de Dios, delante del faraón convirtiéndolo en serpiente (Ex 7,8-13) y durante el paso del mar abriéndose paso entre las aguas (Ex 14,16). El bastón de Moisés representa, por tanto, la fuerza de Dios que doblega las fuerzas de la naturaleza y todo aquello que amenaza la vida de Israel en el camino hacia la liberación.
El texto habla de una batalla. En realidad “Josué hizo lo que le había ordenado Moisés y salió a luchar contra los amalecitas” (v. 10), pero en el centro del texto quien sobresale es Moisés. La verdadera batalla se da en la cima del monte, donde está Moisés con el bastón de Dios en la mano, perseverante en la oración, confiado en el poder de Dios que actúa en favor de su pueblo. En la Biblia él es el intercesor por excelencia. Con razón dice el Salmo 99,6 que “invocaba al Señor y Él le respondía”.



La segunda lectura (2 Tim 3,14-4,2) es uno de los textos más celebres de la segunda carta a Timoteo, debido al uso que se ha hecho de este texto en el ámbito de la teología dogmática a propósito de la inspiración de la Sagrada Escritura: “Toda Escritura ha sido inspirada por Dios y es útil para enseñar, para persuadir, para corregir, para educar en la rectitud...” (3,16).
El versículo no es de fácil interpretación y ha sido utilizado de muchas formas en la discusión teológica sobre la inspiración bíblica. Sin entrar en la discusión sobre el sentido, la cualidad o el alcance de la inspiración bíblica, es importante saber que la frase “toda Escritura ha sido inspirada por Dios” (griego: pasa graphé theopneustós), presenta el problema de establecer con claridad a qué se refiere el autor cuando habla de “Escritura” (graphé) y qué significa la forma verbal griega theopneustós, que usualmente se traduce como “inspirada por Dios”.
Sin duda, el autor del texto cuando habla de “Escritura” piensa en el Antiguo Testamento (2 Tim 3,15), aunque no se excluye que tenga en mente también los primeros escritos del Nuevo Testamento. En 1 Tim 5,18, en efecto, aparecen como palabra de Dios, un texto del Deuteronomio (Dt 25,4: “no pondrás bozal al buey que trilla”) y una palabra de Jesús que conocemos en Lc 10,7 e Mt 10,10 (“el obrero tiene derecho a su salario”).
La forma verbal theopneustós, puede ser interpretada en forma pasiva (“inspirada por Dios”) o en forma activa (“inspira hacia Dios”). En el primer caso se estaría afirmando que Dios es el autor de la Sagrada Escritura inspirando a los autores humanos; en el segundo, se pondría de manifiesto que la Escritura tiene la capacidad y la fuerza de llevarnos a Dios y de mostrarnos sus caminos. En cualquier caso, el texto afirma y celebra la dimensión divina de la Sagrada Escritura. De ahí que se invite a Timoteo a usar de ella en la predicación (“Predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, corrige, reprende y exhorta...” (2 Tim 4,2).



El evangelio (Lc 18,1-8) nos presenta una parábola contada por Jesús “para inculcar la necesidad de orar siempre sin desanimarse” (v. 1). La cualidad fundamental de la viuda de la parábola es su irresistible constancia, que no decae delante del silencio del juez, ni disminuye ante su indiferencia y su dureza.
La primera enseñanza de la oración es de carácter más bien antropológico. Jesús quiere enseñar que la oración cristiana tiene que ser ante todo perseverante. En el camino de la oración no faltarán ni los obstáculos exteriores (falta de tiempo, poca coherencia de vida, etc.) ni las dificultades interiores (sequedad, distracciones, etc.) pero el verdadero orante no se desanima ni descuida su relación con Dios.
En los momentos de mayor dificultad en la oración Santa Teresa recomienda en modo tajante: “No deje jamás la oración” (V 11,10), “por males que haga quien la ha comenzado, no la deje, pues es el medio por donde puede tornarse a remediar y sin ella será muy más dificultoso” (V 8,5).
La oración es un camino que muchas veces adquiere la fisonomía de una verdadera lucha, como la de Jacob en el río Yabok durante la noche (Gn 32). Con razón san Pablo escribe en la carta a los Romanos: “Os exhorto, hermanos, a combatir (griego: synagonizéstai) conmigo en la oración”. Pablo utiliza el verbo synagonizéstai, de donde viene el término “agonía”. Muchas veces la oración es un combate misterioso pero fecundo. La constancia, incluso en la aridez o delante del silencio de Dios, es una cualidad fundamental de la experiencia cristiana de la oración. Y esto nos lleva a hablar de la segunda enseñanza de la parábola.
La segunda enseñanza de la parábola es de carácter teológico. La oración cristiana se basa en la certeza de ser escuchado por Dios. En la definición de la oración que da Santa Teresa es fundamental la última frase que indica la condición del Dios con quien entramos en relación: “con quien sabemos nos ama”. En la parábola evangélica el tema se desarrolla a través de un claro razonamiento: si un juez injusto y corrupto cede ante la constancia de una viuda indefensa, cuánto más no hará Dios con sus elegidos, siendo él el Juez justo y perfecto. La confianza en la paternidad y el amor de Dios es la raíz más profunda de la experiencia de la oración, es la atmósfera espiritual en la que se realiza y la verdad última que marca el estilo de actuar del orante.
Si es legítimo hablar de “duda” en el misterio de la oración cristiana como relación interpersonal, esta duda no hay que buscarla en el lado de Dios, sino más bien en el nuestro. Este es el sentido de la dramática e inquieta pregunta final de Jesús: “Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (v. 8). La frase es una exhortación a revitalizar nuestra confianza en el amor de Dios a través de una vida de oración perseverante y transformadora.
La perseverancia en la oración es un claro indicativo de la vitalidad de nuestra vida de fe, pues la oración es ante todo un ejercicio de fe y de amor. San Juan de la Cruz nos recuerda la dimensión teologal que está a la base de toda oración cristiana cuando escribe este principio fundamental: “no llevando el alma otro arrimo en la oración sino la fe y la esperanza y la caridad” (Dichos de luz y amor, 123). Dios, en efecto, “sólo mira la fe y pureza del corazón del que ora” (3 Subida 36,1).
Santa Teresa, por su parte, describe el encuentro interpersonal con Dios en la oración como “amistad”, con lo cual nos recuerda la Santa que la oración supone un camino siempre abierto y un dinamismo constante de amor y de fe que, al mismo tiempo, exige un compromiso de toda la existencia: “Que no es otra cosa oración mental... sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Vida 8,5).

jueves, 18 de octubre de 2007

1ª Lectura Éxodo 17, 8-13

Los amalecitas atacaron a Israel en Refidim. Moisés dijo a Josué: «Elige a algunos de nuestros hombres y ve mañana a combatir contra Amalec. Yo estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el bastón de Dios».
Josué hizo lo que le había dicho Moisés, y fue a combatir contra los amalecitas.
Entretanto, Moisés, Aarón y Jur habían subido a la cima del monte. Y mientras Moisés tenía los brazos levantados, vencía Israel; pero cuando los dejaba caer, prevalecía Amalec.
Como Moisés tenía los brazos muy cansados, ellos tomaron una piedra y la pusieron donde él estaba. Moisés se sentó sobre la piedra, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol.
De esa manera, Josué derrotó a Amalec y a sus tropas al filo de la espada.

Salmo 120, 1-8 Dgo. 21 de oct.

R. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor

Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Él no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.

El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche.

El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
Él te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.

miércoles, 17 de octubre de 2007

2ª Lectura 2Tim 3, 14-4, 2 Dgo 21 de oct.

Querido hijo:
Permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes las has recibido.
Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien.
Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar.

Evangelio Lucas 18, 1-8 Dgo 21 de oct.

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
«En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: "Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario".
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: "Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga contínuamente a fastidiarme"».
Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia.
Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?»

sábado, 13 de octubre de 2007

Lectura orante

Hola gentecita, el Señor les de su paz!!!

Aquí encontrarán, Dios mediante, las dos Lecturas, el Salmo y el Evangelio del Domingo. Procuraremos hacer una lectura orante, es decir, hecha en actitud de oración y desde la vida misma. Puestos delante de Dios, lo escuchamos en su Verbo, Jesucristo; Él nos habla cuando leemos las Escrituras. Con humildad comenzamos este caminito. Pedimos a nuestro Dios su Espíritu, el Espíritu de la Verdad ya que Él, aquello que recibió de Jesús -que es a su vez lo que el Padre le confió (Jn 16,15)-, nos lo transmitirá.


 ("Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes" Jn 16, 13-14. )