jueves, 21 de octubre de 2010

Tu fe te ha salvado... 28º TOC

Te comparto la parte final de la reflexión de Ileana Mortari para este domingo 28º durante el año.
http://www.chiediloallateologa.it/ileana/index.php

¿Cuál es el significado del episodio? En la óptica del evangelista Lucas es éste uno de los numerosos casos en los cuales los judíos, el “pueblo elegido”, no reconocen los “signos”, por otra parte claramente indicados en las Escrituras, que los llevarían a reconocer en Jesús el Mesías, el Salvador; mientras que tal reconocimiento adviene por parte de gente “lejana”, que no tenía el auxilio de los textos sagrados. ¡Cuántas veces Jesús exclama haber encontrado más fe en un extranjero (o extranjera) que en todo Israel! Y que en el caso de nuestro samaritano se trate de auténtica fe, se ve claramente en las palabras mismas de Jesús: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado
Por lo tanto, los nueve judíos han sido “sanados”, él en cambio ha sido “salvado”, la diferencia es abismal. En el primer caso se trata de una recuperación de la salud a nivel físico, en el segundo de una renovación total, no sólo de la piel purulenta, sino de toda la persona, exterior e interior.
Y aquí es posible ver muy bien el nexo entre liberación y salvación en la perspectiva hebraico-cristiana. El Dios de Israel es sobre todo Aquel que libera de toda forma de esclavitud y de prisión en el plano concreto, histórico: pensemos en el éxodo del pueblo hebreo de Egipto y el retorno de Babilonia; y análogamente en el episodio de Lucas Jesús demuestra su poder divino sobre todo liberando a los diez enfermos de aquella condena física y civil que era la lepra.
Pero el Dios del Éxodo es también Aquel que pide a su pueblo (que ha liberado de los egipcios y de los babilonios) reconocerlo como su único Señor, de seguirlo observando sus mandamientos, de tener confianza en Él, Señor de la vida y Salvador, que triunfará sobre toda forma de mal y de sufrimiento individual y colectivo. El pueblo hebreo sin embargo ha permanecido en su historia, las más de las veces, sordo e ingrato frente a Jahvé.
Análogamente, Jesús se lamenta que, de diez sanados, sólo uno haya de verdad reconocido y agradecido, mostrando fe en él y (podríamos presumir) cambiando desde lo profundo su vida, es decir, “convirtiéndose”. Uno sobre diez, y para más extranjero. Esto debería hacernos reflexionar mucho, ya sea para preguntarnos con quién o quienes nos identificamos de las dos posiciones, ya sea para no asombrarnos tanto de la frase un tanto extraña que Jesús hubo pronunciado poco después: “Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” (Lucas 18, 8)

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