sábado, 17 de noviembre de 2007

La tumba vacía

Aquel amanecer, aquella madrugada santa -absolutamente nueva y definitiva- en la que Jesucristo se levanta y es levantado -y con él nosotros- de la muerte, es el alba de la historia, es el despertar de cada uno y de todos los que despiertan, despertaron o despertarán a la plenitud de lo que Dios siempre pensó y quiso para nosotros. En esta semana que pasó tuve encuentros -dando vueltas por parte de nuestra enorme Argentina- que pusieron concretez a este misterio, iluminante con una luz de siete soles al mediodía, en vidas de hermanos que dejaron tumbas vacías. En sus caminos, como en los nuestros, con sucesivas muertes nuevas para dejar tumbas viejas, se vaciaron de la cárcel, la enfermedad, la falta de perdón y reconciliación... cada vez con una resonancia intensa de aquella madrugada única del Resucitado, como fuente que mana sin pausa ni fatiga en el corazón y las vidas -esperando nuestra sed- marcando con sello indeleble la alegría de la Pascua y así maduran poco a poco la memoria ahora agradecida de heridas que van sanando. En el proceso vivido en estas situaciones -tiempos de lucha intensa- se puede ver la fidelidad, la fe de cada uno rescatada de la dispersión en algún caso, sostenida y fortalecida en otros, como los muchachos de la primera lectura del domingo pasado «con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por Él», una esperanza de encontrarse con la Presencia vivificante, como rezamos en el salmo «y al despertar, me saciaré de tu presencia». Al final, lo que han vivido -ya sea un desvío o una prueba, según el caso- siendo muy amargo se convierte en una experiencia agraciada por la paz que se alcanza al superarla y, a la vez, nos muestra algo de la promesa para el final de la carrera, aquella paz que supera todo lo que se pueda pensar o esperar. Qué bueno para aquellas dudas nuestras que a veces pueden surgir parecido a los saduceos que negaban la resurrección. Se puede "escuchar", con oído espiritual y como en un canto, «que Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos en efecto, viven para Él».

No hay comentarios: