viernes, 23 de noviembre de 2007

Gracias a la constancia salvarán sus vidas

Si bien en el Evangelio del domingo la constancia viene aconsejada para sostenerse y alcanzar la meta mientras se atraviesan tiempos difíciles, también es bueno recordarla y practicarla en tiempos de bonanza. Los signos de destrucción, los hechos que amenazan con acabar con nosotros, disparan habitualmente acciones diversas en busca de auxilio que se orientan a lo más fuerte y a la vez accesible que podamos avistar y las más de las veces terminamos estallando en clamores al Señor y prometiéndonos re instalarnos en la constancia, en la fidelidad. Es más sutil, cuando nada nos falta y algunas cosas nos sobran, la manera en que esta constancia se ve quebrada en medio de la seguridad que nos proporcionan los bienes pasajeros. Ya en la historia del Pueblo de la Primera Alianza aparece esta recomendación de no olvidar al Señor cuando alcanzaran la tierra que mana leche y miel, dejando atrás como si fuese de otro pueblo la experiencia de esclavitud en Egipto o si se la considerara, recordándola pensando que es sólo obra y virtud de ellos la liberación. En medio de hechos muy violentos y contextos sociales cada vez más vacíos de valores, no pocas veces y por la enorme oferta de bienes que entre la tecnología y el mercado se riegan en todas las clases sociales, es fácil caer en aquella "seguridad" fundada en una aparente bonanza.
Como resonancia también dejar aquí el sentido que tienen estas pruebas: permitirnos dar testimonio del Señor, de nuestro amor a su Amor. Es claro además que para sostenernos en esta constancia está siempre toda su asistencia y que viene desde muy dentro, aún antes de pedírsela.

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